sábado, julio 21, 2007

"Y esto me quitará el dolor"

Y entonces fuma, se mete cosas, quiere algo que le ponga a flotar, a desconocer que duele, que le duele demasiado, que es una herida que no cierra por más que pase el tiempo, por más que deje de pensar en lo que no dijo, ¿por qué será q siempre pensamos en lo que no dijimos?, tal vez nada de esto estaría pasando, tal vez no estaría necesitando, tal vez no vomitaría lágrimas y calamares, tal vez no habría dejado de creer en Dios, tal vez no odiaría los hospitales, las micros, los edificios corporativos, como lo hace ahora, como sufre ahora...

tal vez me


duerma



jueves, julio 19, 2007

Exacto

Pensaba en aquella época en que todo era exacto: el tiempo exacto, la palabra exacta, el silencio exacto. El momento preciso era efectivamente preciso. Todo coincidía a la perfección.

Con el paso de los años, uno se convierte en una pieza extraviada de rompecabezas. Y, además de inexacta, incomprensible, absurda, descolorida.


domingo, julio 08, 2007

Quejas

Siempre llegamos a esto:


Joel se queja porque las cosas no son como él esperaba
se queja por los errores del pasado
se queja por lo que pudo ser y no es
por lo que es y no debería
por lo que tomó
por lo que dejó
porque las decisiones no han sido las acertadas
porque pierde
porque se cansa
porque le da lata devolverse y que pase todo un año y la cosa siga siempre igual.


No hay lugar del mundo donde esconderse de uno mismo.


miércoles, julio 04, 2007

Polaroids

Joel decidió arrendar un dpto para su visita de este año. Anoche, en la bienvenida que organizó, hubo agnolottis de espinaca y ricota, cheescake de frambuesa y chocolates "Joel" de postre.

Ocurrieron cosas extrañas.

-Te das cuenta?- dijo Matías, que a sus 19 años dejó la casa paterna y cumplía un mes en la aventura de la independencia. Matías estaba feliz porque su mamá acababa de llamarlo para darle el notición de su vida: será hermano mayor.

-Te das cuenta?, siempre quize tener un hermano, toda la vida lo pedí, y ahora que me fui de la casa mi mamá está esperando guagua!, es increíble!.

Brindamos todos, y en eso estábamos cuando apareció Marcela con su bufanda eterna y sus calcetines morados. "Extraño Valdivia, mi casa era el paraíso", dijo con nostalgia, y luego nos contó una bonita historia de ovejas y abuelitos de campo.

Mariel tenía pena. Lloró camino al aeropuerto, luego lloró mientras abrazaba a Joel en la salida de los vuelos internacionales; también lloró a la vuelta y eso que veníamos contando chistes del obispo de Talca; lloró mientras cocinábamos, mientras comíamos el postre. Ella extraña a su hermano, con quien a los 10 años escaló la Portada de Antofagasta, antes de que prohibieran la práctica por temor a los derrumbes. "Ahora nuevamente se puede subir, con Felipe quedamos de hacerlo este verano otra vez, ahora con nuestro hermano chico que en esa época no estaba ni en los planes."

-Durmamos amarraditos? -dijo Joel, a la hora de la siesta, luego del vino y de decirse cosas que quedan como polaroids en la mente de quien oye las historias aquellas, que luego pasan a ser una especie de recuerdo importado y traído con la misma nostalgia a la propia realidad.